Desde mediados del siglo XIX (y quizás antes) van adquiriendo importancia creciente los “santuario urbanos”, es decir, los santuarios que están en medio de la ciudad.
El santuario tradicional estaba lejos o, al menos, en las afueras de los centros urbanos. Suponía una peregrinación para llegar a él.
El Santuario urbano, en cambio, está entre las casas y los edificios de la ciudad. Es una parte de las estructuras urbanísticas en que se inscribe. Se acerca a la gente y está al lado de sus casas, de sus lugares de trabajo, de su vida diaria.
La gente puede acercarse a él sin esfuerzo; más aún, en épocas concretas del año, la imagen que es venerada en el santuario peregrina por las calles de la ciudad en forma de procesión multitudinaria. Además, poco a poco, el mismo santuario va cambiando de perspectiva con el contexto urbanístico en que se inscribe.
El santuario del Perpetuo Socorro comenzó en medio de las gentes más humildes del barrio, entre la Plaza de Chamberí (denominada así en 1859), Glorieta de Bilbao (1875), Plaza de Alonso Martínez (1891), Asilo de Ancianos de las Hermanitas de los Pobres, (1875, situado en los números 8 y 10 de Santa Engracia), el Mercado de Olavide (1876), Convento de las Siervas de María (1880), las Salesas Reales (1880), Asilo de Jesús de San Martín (1886, entre las calles Luchana, Alburquerque, Trafalgar y Garcilaso), Edificio de la Junta Municipal Distrito de Chamberí (1886), Compañía Eléctrica Madrileña de Alumbrado y Fuerza (finales de siglo XIX y situada en Manuel Cortina), Colegio de las Damas Catequistas (1914, entre las calles Francisco de Rojas y Nicasio Gallego), Patronato de Enfermos (1921, Apostólicas del Corazón de Jesús, Santa Engracia 11), Radio España de Madrid (1924)
Hoy está rodeado de muros (el absurdo de los derechos de propiedad) y abierto al dinamismo comercial y urbanístico de un barrio que poco a poco se va despoblando, como los barrios del centro de las grandes ciudades, para ir creciendo en locales comerciales, oficinas y bancos.
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